Hay una Madre silente que siente nuestras plegarias
y en lección de maternidad nos regala su bonaza,
hay una Madre celeste que sabe nuestras andanzas
y las perdona siempre como toda madre humana.
Hay una Madre que hieres cuando te alejas de casa
cuando niegas de Su nombre y el de Su Hijo y Su alma
y te entregas a lo necio a lo que no vale nada,
para perderte en caminos que enmohecen el alma.
Y esa Madre, como todas, llora Sus penas callada
cuando ve como sus hijos abandonan la enseñanza
que con la mejor lección dió en Su vida la matriarca,
por eso al que perdona, al que quiere, al que ama
al que se reune siempre alrededor de su casa
para amar y ser amado como el Soberano proclama
lo colma de bendiciones convirtiéndose en su pauta
y siendo siempre la fuente de la que segura emana
la Salud para el cuerpo, el remedio para el alma.
Saludos.
Trompeta-sangre.