Domingo de atardecida se refleja frenta a mi,
la Madre se queda sóla en terrible dolor sin fin
porque el Hijo ahora ofrece su muerte dulce de abril
a la ciudad de su nombre que es de su muerte perfil.
Domingo en que la bajada es el barrio del sentir
que se colma de esperanzas por una cruz y advertir
que viene con toda la gracia del que porta cual candil
para iluminar a las almas con esos sus ojos añil.
Domingo en que se pasea, a Él, Señor de San Gil
y reparte por las calles su sincero y suave redimir
con la dulce y buena muerte que acompaña a Dios así
clavado en árbol de vida un Domingo que para mi es frenesí.
Y ese Domigo termina con la imagen más sutil
cuando se reunen de nuevo la Madre y el Hijo al fin,
para que Ella clame al cielo el dolor de su sentir
la pena del nazareno enclavado en este abril.
Y de nuevo Madre e Hijo nos esperarán así,
como siempre en su sitio, en su casa, en San Gil
esperando una visita y una oración sutil
para unir nuestros amores con su cariño sin fin.
Las fotografias son todas de este año del domingo de ramos, de mi querida Tianera y su preciosa hija Ana.
La composición poética de quién esto escribe y dedicado a mi amiga la que este año es nueva hermana mía en el crucificado.
Saludos.
Trompeta-sangre.
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